Por Alvaro Orozco y Sylvia Leal

La reciente participación del ministro indio Narendra Modi en la cumbre del G7 ha puesto de relieve la importancia estratégica y económica de la mega nación asiática, que desde tiempos antiguos ha supuesto un punto de unión entre oriente y occidente.

Misticismo y exotismo son dos concepciones que se funden en la visión occidental de India, un territorio milenario y ambicionado durante decenios por su abundancia de recursos y lo enorme de su territorio. Desde los ejércitos de Alejandro Magno, pasando por las expediciones comerciales portuguesas y venecianas, hasta la época de dominio colonial inglés entre los siglos XIX y XX, el país ubicado en un subcontinente del sureste asiático ha heredado del poderío occidental, pero hoy más que nunca busca forjarse una voz y un poder propios.

Quizá una de las imágenes más recurrentes de la nación asiática ha sido por años la del país semi rural, con altos índices de pobreza, en el que la falta de recursos, las pocas infraestructuras y la miseria pululaban, sin embargo ese referente parecerá ser más un producto de factoría occidental perpetuado por ejemplo, en películas como Slumdog Millionaire (2008) de Danny Boyle, pero, si seguimos el referente cinematográfico habría que echar un ojo a All we imagine as light (2024) de Payal Kapadia para palpar el dinamismo, la solvencia y el desarrollo más acorde con la realidad de ese país, claro está, con sus contrastes.

Medios como CNN han subrayado en reportes la cada vez más creciente influencia india en el panorama económico y político mundial, ganada sobre todo en los últimos cinco años a raíz del desgaste en la relación de Occidente con China, la otra superpotencia asiática, a la que diversos expertos afirman India superará en 2029, al igual que a las economías de Alemania y el Reino Unido, principalmente como una alternativa manufacturera, al ser vista por los inversionistas como uno de las opciones menos riesgosas para la cadena de suministro.

El despertar de un gigante dormido

Rescatando los últimos puntos del anterior párrafo resulta interesante que uno de los principales propósitos del pueblo indio y su gobierno al menos en la última década ha sido la de impulsar una nueva imagen al exterior, acorde con una muy sonada ambición de convertirse en una de las voces líderes del sur global, reiterada en numerosas ocasiones por el actual gobernante Narendra Modi, quien con un sufragio cercano a los 1,000 millones de personas ratificó un tercer mandato el año pasado.

Para la institución financiera española Santander, el ejemplo de India supone el mayor crecimiento de una nación en la actualidad, tan solo en el período 2023/2024 su expansión se situó en un 8.2%, mientras que las proyecciones al cierre del ejercicio fiscal 2024/2025 se calculan en un 6.7%.

El origen del éxito

El origen de este éxito, apuntan los expertos, se basa en un impulso de la inversión pública en infraestructuras, sobre todo en la construcción de carreteras, puertos, aeropuertos y ferrocarriles, así como la reducción del déficit fiscal entre un 4.4% y 4.8% entre 2023 y 2025, también a esto se agrega el creciente favorecimiento de la iniciativa privada, sobre todo en el desarrollo conjunto de alternativas tecnológicas y de energías renovables, las cuales han permitido situar a la nación gobernada por Modi en el parangón de la innovación.

El componente social

Con una población estimada en 1,400 millones de habitantes, India se ha convertido en la nación más poblada del mundo. Ese mismo censo calculaba que entre el 50% y el 60% de indios se hallan en edad productiva con una media de 30 años, por lo cual las políticas encaminadas al crecimiento también han incorporado un fuerte componente social.

“Sabka Saath, Sabka Vikas” (Progreso para todos, con todos) ha sido el programa estelar del gobierno para brindar capacitación laboral a jóvenes, apoyo a agricultores, inclusión financiera (mediante las plataformas Aadhaar y UPI que permiten realizar pagos instantáneos a través de un QR), y la extensión de la cobertura sanitaria y la vivienda pública.

El programa se incrusta en la cruzada para erradicar la pobreza extrema en el país, la cual entre el 2011 y 2019 rindió frutos significativos al reducir a la mitad la cantidad de indios que viven con ingresos de 2.15 dólares al día, sin embargo se calcula que un 25% del total permanece todavía viviendo bajo el umbral de la pobreza, además de que el 1% más rico controla el 40% de la riqueza nacional, lo cual interfiere en una distribución paritaria de PIB per cápita, que se encuentra en torno a los 11.12 dólares por habitante de los 4.3 billones que el país produjo en 2024.

Diversificación económica

Aún considerándose una nación eminentemente agrícola, pues ocupa el cuarto lugar mundial por producción de trigo, maíz, arroz, papaya, guayaba, plátano, mijo, algodón, mango, limón, caña de azúcar, papa, garbanzo y té, que junto a la pesca emplean al 44% de la población activa y aportan el 16% del PIB, en los últimos 30 años también ha crecido la fortaleza de India en áreas industriales clave como la manufactura, los sectores químico, automovilístico, farmacéutico y sobre todo el textil, los cuales emplean al otro 40% de la población activa y su participación del PIB se sitúa en un 13%.

El enfoque reciente del gobierno indio ha virado hacia una política de incentivos a empresas vinculadas sobre todo a esos sectores, por 26,000 millones de dólares, con los cuales buscan atraer las operaciones y producción de multinacionales, sobre todo estadounidenses y europeas como Apple, Foxconn y Tesla, las cuales se han visto golpeadas por las guerras arancelarias de Trump y las tensiones con China.

Otro elemento importante en esta bonanza económica está conectada con la diáspora india en el mundo, con entre 18 y 32 millones de personas dispersas por el golfo Pérsico, Estados Unidos, Reino Unido y Canadá, sus remesas se contabilizaron en 125 mil millones de dólares tan solo en 2023.

Multi alineamiento y multilateralismo

Aunque son bien conocidas las tensiones con vecinos como Pakistán y China, la cúpula política india ha optado casi desde la Guerra Fría por un perfil discreto, neutro y mediador que ha sabido aprovechar las coyunturas entre las potencias occidentales para impulsar su desarrollo.

Su participación estratégica de los BRICS, en ese afán por construir un eje del sur global, o las constantes participaciones del gobierno indio en cumbres mundiales como las del G7 y G20 han propiciado un ambiente adecuado para que India consolide alianzas geopolíticas estratégicas que “maximen su influencia estratégica y económica” buscando fortalecer acuerdos comerciales favorables hacia el país y afianzando la imagen de “milagro económico” que ha empezado a tener mella en ejes de influencia para el gobierno de Modi como África, según apuntan analistas de la BBC.

Con este panorama y sorteando aún desafíos en lo social, India busca seguir una estela que le permita establecerse como la tercera superpotencia económica para el año 2030, sólo por detrás de China y Estados Unidos. Estaremos atentos.