Desde el 2008, cuando la crisis financiera originada en Estados Unidos golpeó el resto de las economías del mundo, los activos tangibles de las empresas, entendidos como esos bienes materiales y físicos controlados por las mismas que aportan beneficios, comenzaron a sufrir un declive como elemento financiero predilecto para invertir, dando paso a la fortaleza de su contraparte, los activos intangibles.
En países como Estados Unidos o Suecia, los activos intangibles representan una participación considerablemente mayor de la actividad económica agregada, tratándose, en el caso del país europeo, de uno en los que más se invierte en este tipo de activos.
Como su nombre lo indica, este espectro de activos, a diferencia de los tangibles, no poseen una entidad material. Según el Plan General de Contabilidad, se definen como aquellos activos “no monetarios, sin apariencia física, susceptibles de otorgar valor económico”.
De este modo, los activos intangibles, aunque no materiales en el sentido de su forma, sí pueden medirse o reconocerse y una de sus principales características está en aportar beneficios monetarios reales a tu empresa en un largo plazo, constituyéndose también en una de las señas identitarias de tu marca o el valor de la misma.
Aunque sean más complejos de definir o identificar, para que un activo intangible sea reconocido como tal, como un activo, sí debe cumplir ciertos requisitos, entre los que se encuentran ser un elemento controlable por la empresa, brindar algún beneficio y que dentro de sus funciones sea proclive a ser utilizado, moldeado, vendido, cedido o explotado para obtener ciertas ventajas por parte de la empresa origen u otras que hagan uso de este para diversos propósitos.
En el lenguaje de los negocios actual, cada vez gana más relevancia el término know how como un potencial activo intangible, aún cuando la fuerza laboral en sí se encuentra relegada de este espectro.
Los activos intangibles, de este modo, pueden clasificarse en tres tipos, ya sea por sus derechos, relaciones o propiedad. A continuación enumeraremos los elementos propios de cada uno:
Derechos: en esta clasificación se encuentran aquellos casos que otorgan pleno uso o manejo, como lo son los acuerdos de distribuciones y financiación, pactos, licencias o franquicias.
Relaciones: en estas se aglutinan elementos puramente intangilbles como el desempeño de los trabajadores, el Know hoy detrás de un producto o servicio y las relaciones con clientes, distribuidores o suministradores, que entre más frutiferas mejores rendimientos económicos generarán.
Propiedades, al originarse en el ADN de una empresa, se requiere de cierta protección o resguardo sobre la propiedad intelectual del activo.
como lo son las patentes, derechos de autor o las marcas comerciales e identidad visual.
Ahora que conocemos la clasificación de los activos intangibles, surge el cuestionamiento: ¿qué beneficios aportan a nuestras empresas? Pues básicamente se remiten a dos. El primero es el incremento del consumo a través de ventas que permiten la apertura de nuevas líneas de negocio. El segundo es el incremento de la productividad en el nivel de los trabajadores, en donde entran a juego el spillover o conocimientos compartidos y el know how o saber hacer.
En el lenguaje de los negocios actual, cada vez gana más relevancia el término know how como un potencial activo intangible, aún cuando la fuerza laboral en sí se encuentra relegada de este espectro. El know how, savoir-faire en francés, literalmente traducido como “saber hacer”, conjuga la esencia misma de un bien o producto ofertado, que se distingue de los demás del mercado. Es parte del ADN mismo de la empresa. Encarna así mismo, una serie de conocimientos anclados en una tradición y una especialización tal sobre los procesos para crear ese bien o servicio, que otorga relevancia y valor comercial a esa empresa.
Generalmente ha sido un término profusamente utilizado en la industria textil, de la moda y lujo para catalizar la historia de una marca y justificar su valor en el mercado. En Italia, por ejemplo, se ancla en la calidad manufacturera de la artesanía, cuyas habilidades y conocimientos de quienes la producen son resguardados recelosamente y compartidos de generación en generación, constituyendo una suerte de gremios bien identificados por su destreza y manera de elaborar las cosas.
En la actualidad, el know how no es un término exclusivo de las industrias antes mencionadas, sino que se ha enquistado en el núcleo de todo tipo de industrias. En este lenguaje de negocios, engloba una serie de conocimientos, experiencias y prácticas habituales que han llevado a un proyecto empresarial al éxito. Por tanto, se ha convertido en uno de los activos intangibles que más urge identificar y preservar dentro de una empresa, volviéndolo una prioridad a la hora de formar a nuevos empleados.
Uno de los beneficios directos de establecer el know how como un activo intangible de nuestro ADN empresarial estará en la ventaja sobre otros competidores del mercado. Por tanto, nuestro producto o servicio ofertado será identificado por nuestro consumidor por su valor concreto y exclusivo de las técnicas empleadas en nuestra compañía. Lo cual se traducirá en un rendimiento económico favorable y, por tanto, en el éxito de nuestra empresa.
Ahora ya conoces las ventajas de identificar los activos intangibles y la necesidad de priorizar el know how como una de las herramientas para obtener ventaja competitiva y beneficios económicos. Es momento de priorizarlo.















