Por Juan Carlos González Ulloa
Te regalo 25 años de experiencia fundando y dirigiendo empresas tecnológicas.
Ni Trump tendrá este nivel de asesoría en su segundo mandato.
Te cuento.
Mi amigo Gonzalo quiere crear una plataforma tecnológica que dispare su modelo de negocio.
Nos sentamos a discutir su idea.
En cinco minutos fue evidente: hay que desarrollar software, y mucho.
Primer acuerdo
Valida la idea antes de echar toda la carne al asador.
¿Y cómo se desarrolla una primera versión funcional sin hipotecar la casa?
Opciones sobre la mesa
¿a) Aprender a programar?
¿b) Contratar o asociar a un CTO?
¿c) Subcontratar a un programador?
Segundo acuerdo
El talento tecnológico debe vivir en casa, no en la calle.
Tercer acuerdo
No nos casamos al primer hervor. Valida con la mínima inversión.
Despejando
a) Si Gonzalo programa, se la vivirá dando soporte y no validando el negocio. No.
b) Asociar o contratar sin validación es carísimo. No.
Queda c) subcontratar, pero con inteligencia.
Cuarto acuerdo (antes de pedir cotizaciones)
- Dibujar pantallas a mano.
- Modelar cálculos en Excel.
- Escribir los flujos de creación, edición, consulta y eliminación.
Y una vez que lo tuviera todo… lo cortaría a la mitad.
Producto mínimo viable
Ese es el MVP y hasta ese momento entra el desarrollador a escena.
Ejemplo famoso de mínimo viable: ¡El primer iPhone no tenía buscador!
¡A darle!
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